Las pensiones en España: ¿sostenibilidad en entredicho?

Sí señores, vivimos más años, somos más longevos, lo cual, a priori, nos debería alegrar, pero esto provoca un aumento en la carga que suponen los jubilados para el sistema público de pensiones. Las personas que actualmente se jubilan parten con una esperanza de vida superior a 20 años, y cuando se junten con los nacidos entre 1975 y 1985 habrá demasiados pensionistas que, además, cobrarán pensiones más altas que las de ahora. Sin hablar de la necesaria revisión de las pensiones de viudedad que crecen año tras año, tanto en número como en cuantía. A mediados de los años ochenta se empieza a reformar el sistema de pensiones.

Principalmente, se aumenta el número de años de bases de cotización a promediar para obtener la base reguladora, y se establece una pensión máxima rompiendo el esquema entre contribución y prestación. Pero vienen los años de crecimiento económico y el tema se oculta. Con la crisis y la bajada de cotizaciones el tema vuelve a salir. El sistema de pensiones públicas se está reformando, silenciosamente, buscando que nos jubilemos más tarde y la cuantía de la pensión pública sea más pequeña, y este objetivo no depende del Gobierno de turno. En el 2011 el Gobierno del PSOE, la reforma consistió en una edad de jubilación más tardía, más años cotizados para cobrar el 100% de la pensión, y cálculo de la base de cotización con más años de vida laboral.

Posteriormente, en el 2013, con el Gobierno del PP, buscando garantizar la sostenibilidad del sistema, se establece el factor de sostenibilidad, lo que implica tener en cuenta esa mayor esperanza de vida y por tanto pensiones de jubilación más pequeñas, pero además, las pensiones ya no se revisan con el IPC. Ambas reformas encaminadas a controlar el gasto en pensiones (solo hablamos de jubilación). En España, la tasa de sustitución (pensión/salario último) sigue por encima del 80%, la tasa más alta de la OCDE.

Podrían nacer más niños, pero resulta incompatible con la reforma laboral y la precariedad salarial, también se podría eliminar la base máxima de cotización, incluso igualar los salarios de las mujeres al de los hombres que realizan el mismo trabajo que ellas. No podemos negar que hace unos pocos años teníamos capacidad para crear y dotar una “hucha de pensiones” gracias al crecimiento económico que disfrutábamos, y no nos preocupaba si nacían o no niños porque teníamos mano de obra de otros países. Las ventajas para los partidos de no explicar estos cambios son claras: consiguen recortar el gasto total sin afrontar el coste político de una medida impopular. El problema es que los costes para los futuros pensionistas pueden ser muy elevados: hasta un 30% de recorte medio respecto a la prestación que esperaban. Nos hemos acostumbrado al “problema de las pensiones”, sonriendo la gente te dice, “no cobraremos nada, no quedará nada para nosotros”, pero lo dicen con la esperanza de que no será así. España es un país de ladrillos. Se invertía en la vivienda, incluso se generó un producto (la hipoteca inversa) para favorecer que los jubilados tuvieran pensiones más altas a cargo de sus viviendas. Pero las entidades financieras fueron incapaces de crear un producto atractivo y los padres siguen dejando sus pisos a sus herederos.

Coexisten dos tipos de trabajadores, “los ricos” que trabajan en empresas grandes y disfrutan de planes de pensiones, y los trabajadores “pobres”, todos los demás. La gran mayoría. Estas pequeñas y medianas empresas son la esperanza de la previsión social. Estas empresas tienen en sus manos crear planes compartidos. Planes en que la empresa está dispuesta a fidelizar, incentivar, implicar a sus trabajadores en ese proyecto que es la empresa. Volver al concepto de “Recursos Humanos” que comparten un proyecto, que aportan valor, que crecen personal y profesionalmente, y llegado el momento de la jubilación el trabajador tiene constituida una mochila. Tal vez las empresas deberían cuestionarse sistemas de retribución que protejan a su bien más preciado, al capital humano. Es posible que nos hayamos equivocado de política macroeconómica al forzar los recortes. Llamarme Keynesiana, pero el empleo genera empleo, y confío que con esta crisis todos hayamos aprendido a que debemos ahorrar, incluso las empresas.

Para más información sobre este tema consulte nuestro Paper “Pensiones: Sostenibilidad en entredicho. Pensiones compartidas como propuesta de empleo”.


María Reyes

Actuaria y Catedrática de Ciencias Económicas y Financieras Universidad de Barcelona.

Texto extraído del estudio Pensiones: Pensiones compartidas como propuesta de empleoAutores: Joan Díaz y María Reyes Pérez. 

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